miércoles, 16 de septiembre de 2009

Parecía tan fácil como sumar

“La vida era como un nene de 5 años ese invierno. Y nosotros éramos su caja de juguetes. El gran problema era que éramos todos juguetes rotos”. Si lo pienso hoy, quizás considere que yo no era ni quisiera un juguete armado. Estaba la idea de ser una Barbie Novia tal vez, soñaba como Susanita tener un príncipe azul al lado y muchos muchos hijitos… (Está de más decir que no hubo ni Barbie, ni príncipe, ni hijos).

Era difícil pensar en ese momento. Como adolescente uno cree que ya sabe todo y quiere resolver las cosas como una persona adulta, porque siente que lo es, pero había dos cosas importantes a tener en cuenta: todavía éramos niños y no había nada por resolver.

“De repente alguien se muere, y no cualquier persona, se muere un par tuyo, una persona que tiene tu edad, que comparte tus sueños y supuestamente tu idea de la vida, siguiendo tu propio razonamiento y de una manera subconsciente, eso no puede pasar, por que si vos sos inmortal, esa persona que esta enfrente, que es tu par, por extensión, también tiene que serlo. Como si eso fuese poco, esa persona no solo dejo de existir, sino que ELIGIO dejar de hacerlo”.

Fue raro lo que aconteció después, no sé si difícil es la palabra, porque no lo llevo en mí como un momento inaguantable, sino más bien como algo que pasó y pasé y seguramente del cual aprendí mucho…

No era suficiente con lidiar conmigo, mi cabeza y lo sucedido que además tenia que agregar a todo este matete un condimento extra o no tan extra como eran “los otros”.

Yo creo que si hay algo que nunca voy a olvidar van a ser lo infinitos momentos por los que pasé, en diferentes situaciones… esas caras que me miraban con mucha lastima y susurraban todo el tiempo cuando me veían pasar, me sentía completamente invadida, ya no era yo, mi nombre de pila no existía, pasé a ser “la viuda del pueblo” y así me lo hicieron sentir, la gente hacía comentarios sin darse cuenta que yo todavía pensaba y sentía y sobre todo vivía, y tenía una vida la cual había que reacomodar.

Cada adulto actúo de la manera que creyó mas razonable, hubo quienes me regalaron un celular para saber donde estaba todo el tiempo y por las dudas que se me ocurra hacer “algo extraño”, cambiaban los muebles para no recordar la presencia de esa persona en ese sitio (como si eso hubiese ayudado en algo). Otros que me llevaban y me traian a todos lados tipo marioneta y me hacían regalos para llenar esa falta tal vez??.

No faltó tampoco esa tía amiga lejana, amigos de amigos que no ves nunca y de repente invaden tu casa todo el tiempo, con ganas de charlar? de reír? de recordar? de olvidar? de qué?

No es una crítica ni mucho menos, simplemente el relato que lo que me sucedió y lo que sentí en ese momento, que hasta hoy es bastante difuso.

Pero sí, hay algo que no voy a olvidar y siempre recordé, un abrazo con lagrimas en esos ojos que conocía mucho pero jamás había visto de esa manera, la expresión facial de una persona que siempre tenia las respuestas a mis preguntas, pero que en ese momento ya no las tenía. Tampoco hizo falta palabras solo miradas y ese abrazo que me decía que todo iba a estar bien, que no estaba sola… y eso creo yo, que fue lo que me hizo entender que todo tenía que continuar que yo tenia que continuar como pudiese pero nunca sola porque estaba con él… ese abrazo fue de mi papá…

Los días pasaron (no muchos, solo 5) y mis dulces 15 años pasaron a ser 16… yo solo sé que fue mi cumpleaños… y hubo una pequeña reunión en casa…

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