martes, 22 de septiembre de 2009

No sabrás de regresos sin partir...

Un día como hoy, tal vez unos pocos antes y hace algunos años, él volvía de otro país. Qué fue a buscar? nunca lo supe. Creo que eso de la universidad ni él se lo creía.

Que raro fue ver partir a otra persona y no la que esperaba.

Por suerte, o no, regreso…

A ese país unos días antes le demostraron que la omnipotencia no existe y creo que un poco eso es lo que él también aprendió.

En apariencia estaba diferente, pero era el mismo de siempre… ni hasta esa extraña composición de colores que llevaba puesto lograba empañar lo feliz que se sentía de volver a estar acá.

Fue algo totalmente inesperado, no recuerdo bien la escena del rencuentro. Sí un auto y la oscuridad de la noche que mirábamos desde un gran ventanal. Nosotras estábamos festejando esa semana que era nuestra.

Sé que lo extrañaba, pero sé también que ya pensaba que estaba todo más que terminado. Algo que ni quisiera había comenzado.

Aunque no lo parezca cuando era pequeña era bastante mas realista que ahora, será por eso que hoy en día se me da por soñar y patear el tablero de lo lógico y lo racional.

Las cosas estaban no muy claras pero yo en ese momento creía que sí. Nunca iba a estar, y menos pensar, en alguien que me era indiferente y menos que estaba en otro país…

Durante su viaje estaba aliviada, no tenía que andar pensando todo el tiempo donde cruzarlo, que hacer para tener una mirada, un suspiro, una palabra que luego se transformarían en mil peleas las cuales eran constantes. Porque de eso se componía nuestra “relación”, que de relación obviamente no tenia nada, porque no éramos más que un par de adolescentes histéricos buscando que el otro mastique rabia todo el tiempo.

No sabíamos estar bien juntos, ni tampoco queríamos…

La cuestión era que yo estaba muy tranquila, si me enteraba algo de él era de oído por alguna de sus hermanas, tal vez me equivoco pero no recuerdo estar muy pendiente de él en ese momento…

También estaba tranquila porque no tenía que pasar por esa odisea nocturna semanal que comenzaba con una tenue mirada sobre el hombro, continuaba con algún susurro reprochon al oído y terminaba con gritos bastantes subidos de tono en alguna vereda. Obviamente todo esto desencadenaba algún abrazo, el cual nos demostraba toda la estupidez por la que habíamos pasado… Tanto para eso??? No era mas fácil empezar por el final??? Parece que no…

Y si… fue diferente en su regreso. Él estaba diferente y yo estaba diferente.

Por primera vez sentí que realmente le importaba y que él también me había extrañado. Recuerdo esos ojos mirándonos, acompañados de una risa irónica, por no poder, nosotras pobres niñas del tercer mundo, abrir un paquete de plástico yanqui.

Ya no era la misma mirada, estábamos contentos de estar ahí y todo comenzó con un abrazo esta vez…

No hay comentarios:

Publicar un comentario